El quinto aporte.
Correlativo con la anterior es tu segunda persona: “el taller”.
Te he visto moverte por el mundo con toneladas de fierro y herramientas. Tu taller ha sido la condición intransable de tu vida, cincuenta años con los fierros a hombro.
Tú sabes que nos enseñaste con tu vida que un escultor no es nadie sin su taller. Podrás mandar a hacer las cosas a las mejores maestranzas del mundo, pero pierde “la mano”.
Tú “papel” fue siempre el espacio, tú “tinta” fue el acero, tú “soporte” el suelo.
El sexto aporte.
Es quizá el más importante, es: tu vida dedicada a la escultura.
Una frase tuya que vale la pena pasar de la tradición oral a la escrita:
“Los escultores nacen, y aunque no hubiera escultura, igual nacerían y la inventarían. No importa donde nacen, a veces en chozas, a veces en palacios”. “Los escultores nacen y viven como escultores”.
Francisco Gazitúa, 2005